La
apendicitis aguda es la inflamación aguda del apéndice cecal, cuyo
reconocimiento como entidad clínica y anatomopatológica se debe a Reginald Fitz
(1886). Hasta entonces, la inflamación localizada en el cuadrante inferior
derecho del abdomen era considerada una enfermedad del ciego (tiflitis o
peritiflitis). (1)
Introducción.
La apendicitis aguda es uno
de los diagnósticos, si no el más frecuente, el más relevante en cuanto a la
conducta terapéutica en el dolor abdominal de urgencia. Dentro del espectro de
diagnóstico diferencial de un dolor abdominal, éste presenta características de
evolución temporal y alteraciones del examen clínico y de laboratorio que le
son característicos. Sin embargo, como ocurre frecuentemente en medicina, no
todos los casos se presentan en forma florida y evidente, por lo que pese a los
esfuerzos clínicos persiste por una parte un número de cirugías “en blanco”, y
por otra, cirugías indicadas en forma tardía. Es así, que la frecuencia de
apéndices perforados fluctúa entre el 10 y 40% y el diagnóstico de cirugías en
blanco se mantiene en el 10 - 20%. El diagnóstico de apendicitis sigue siendo
clínico, y forma parte de los diagnósticos diferenciales de muchas
patologías. (2)
Anatomía del apéndice cecal.
El apéndice vermiforme (apéndice
vermicular, apéndice cecal o simplemente apéndice) embriológicamente es
una continuación del ciego y se origina a partir de su porción posteromedial,
aproximadamente a 2,5 cm por debajo de la válvula ileocecal. (1)
En los adultos, el apéndice mide por término
medio unos 10 cm de largo, aunque puede variar entre los 2 y 20 cm. El
diámetro del apéndice es normalmente menor de 7 u 8 mm (3).
Las capas del apéndice están constituidas por la mucosa, submucosa y la
muscular. La mucosa es una continuación del epitelio colónico, mientras que la
capa submucosa contiene abundantes folículos linfoideos. La cantidad de
estos varía según la edad. Los niños menores de 2 años presentan escasa
cantidad de folículos, pero a partir de esa edad se incrementa su número
gradualmente, hasta un máximo de 200 folículos entre los 12 y 20 años. Después
de los 30 años se produce una reducción significativa a menos de la
mitad, y en personas mayores de 60 años hay ausencia de folículos linfoideos.
La porción muscular del apéndice comprende una capa interna y otra externa. La
capa interna circular es la continuación de la capa muscular del ciego; la capa
externa longitudinal está formada por la coalescencia de las tres tenias del
colon. Este conocimiento es de utilidad práctica para identificar el apéndice,
ya que su origen se encuentra indefectiblemente donde finaliza la tenia
anterior del colon. EI mesenterio del apéndice (mesoapéndice) es una
continuación de la hoja inferior del mesenterio del intestino delgado y pasa
por detrás del íleon terminal. La arteria apendicular, rama de la arteria ileocólica,
atraviesa el borde libre del mesoapéndice.
Mientras que la relación de la base del
apéndice con la pared del ciego es constante, la punta puede encontrarse
en diferentes localizaciones (retrocecal, pelviana, preileal, retroileal y
súbcecal). La posición más frecuente es la retrocecal (65 %), Y en la mayoría
de los casos el apéndice es intraperitoneal. La segunda ubicación en orden de
frecuencia es la pelviana (30 %), en donde el apéndice se encuentra en el borde
de la pelvis o dentro de esta. En alrededor del 5 % de los casos la punta del
apéndice es extraperitoneal y pasa por detrás del colon o del íleon distal. La
mal rotación o descenso anómalo del ciego se asocia con localizaciones
anormales del apéndice el cual puede estar en cualquier lado entre la fosa
ilíaca derecha y el área infraesplenica. (1)
Durante mucho tiempo se le considero al
apéndice como un vestigio sin función , pero ahora se reconoce que es un órgano
inmunológico , que participa en forma activa en las secreción de IgA, su
función es muy importante como órgano linfoide, pero no es esencial y su
resección no predispone a una sepsis o compromiso inmunitario, el tejido
linfoide aparece en el apéndice unas dos semanas después del nacimiento y este
aumenta durante los 10 años siguientes, y después presenta un declive constante
de su función, cerca de los 60 años ya no queda tejido linfoide y este apéndice
puede llegar a obliterarse completamente. (4)
Variaciones Anatómicas |
Epidemiología.
La apendicitis aguda es
una de las causas más comunes de cirugía abdominal urgente. No obstante, dado
que no es una enfermedad de denuncia obligatoria, su incidencia exacta aun se
desconoce. Se estima que ocurren 1,33 caso de apendicitis aguda cada 1000
habitantes en el hombre y 0,99 caso cada 1000 habitantes en la mujer. La etapa
de la vida donde se registra la más alta incidencia es entre los 10 y 20 años,
y es poco frecuente en pacientes menores de 2 años y mayores de 60. Es más
común en personas de raza blanca y en los que tienen una alimentación con poco
contenido de celulosa. En los últimos años, se ha informado una reducción en la
tasa de incidencia de apendicitis aguda. La causa de este fenómeno no es bien
conocida, pero podría deberse al cambio en la alimentación y al uso masivo de
antibióticos. La incorporación cada vez más frecuente de alimentos ricos en
fibras, reduciría el riesgo de apendicitis al disminuir la formación de
fecalitos. Por otro lado, la utilización indiscriminada de los antibióticos, en
enfermedades que cursan con dolor abdominal, permitiría el tratamiento efectivo
en algunos pacientes con apendicitis aguda insospechada. (1)
Etiopatogenia.
La obstrucción luminal es el hecho
desencadenante universalmente aceptado de la apendicitis aguda. Esta obstrucción
puede ser consecuencia de factores luminales, parietales o
extraparietales. (1)
Entre las causas luminales se
citan los fecalitos, los parásitos, los cuerpos extraños y el bario espeso. La
apendicitis aguda secundaria a un fecalito predomina en la población adulta y
estaría favorecida por una dieta escasa en fibras y rica en hidratos de
carbono. Su formación comienza con el atrapamiento de una fibra vegetal en la
luz del apéndice, lo cual estimula la secreción y el depósito de mucus rico en
calcio sobre la fibra vegetal. El fecalito puede alcanzar diámetros de hasta 1
cm. La obstrucción luminal por parásitos es el resultado de una infestación
intestinal, habitualmente por Enterobius vermicularis o por Ascaris
lumbricoides. Si bien la presencia de un cuerpo extraño o de bario
espeso dentro de la luz del apéndice es de observación poco frecuente, existen
publicaciones que la avalan como factor etiológico en la apendicitis
aguda. (1)
Los factores parietales patogénicos
de la apendicitis aguda son la hiperplasia de los folículos linfoideos y los
tumores del apéndice cecal. La hiperplasia de los folículos linfoideos es el
factor más común (60 %) y es más frecuente en personas jóvenes, en quienes,
como ya se ha descrito, la cantidad del tejido linfoideo submucoso es mayor.
Esta hiperplasia puede ser congénita o secundaria a una enfermedad sistémica
(sarampión, mononucleosis, infección viral respiratoria, etc.) o una
enterocolitis bacteriana (Salmonella, Shigella, Yersinia,
Campylobacter). Aproximadamente en el 1 % de las apendicitis agudas el
mecanismo desencadenante son los tumores del ciego o del apendice. (1)
La compresión luminar extrínseca por tumores
o metástasis es una causa poco frecuente de apendicitis. Sin embargo, esta
etiología debe ser considerada, en especial en pacientes mayores de 60 años.
Recientemente se han descripto causas no obstructivas de
apendicitis aguda. El ejemplo más claro es la apendicitis en enfermos con
síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). En estos casos la
infección oportunista por citomegalovirus (CMV) es muy común y afecta todo el
tracto gastrointestinal.
Aproximadamente el 30 % de las apendicitis
agudas en pacientes con SIDA son secundarias a esta infección. (1)
Fisiopatología.
Los factores principales que intervienen en
el desarrollo de una apendicitis aguda son la hipertensión endoluminal por
aumento de la secreción de moco, la falta de elasticidad de las paredes del
apéndice y la exaltación de la virulencia de los gérmenes habituales en su
luz. (1)
A partir de la obstrucción luminal, la
secreción continua de la mucosa del apéndice produce acumulación de mucus en su
luz. Esto, junto con la falta de elasticidad de las paredes del apéndice, eleva
la presión intraluminal con el consiguiente bloqueo del drenaje linfático. La
acumulación de moco y la estasis del contenido apendicular favorecen el
desarrollo bacteriano. En esta etapa, el apéndice presenta ulceras mucosas e
importante edema parietal (apendicitis congestiva).
Si el proceso continuo, la presión
intraluminal alcanza valores suficientes para bloquear el drenaje venoso, lo
cual produce mayor edema parietal e isquemia del apéndice. Por otro lado, la
invasión bacteriana se expande a través de todas las capas (apendicitis aguda supurativa).
La progresión inflamatoria lleva a la
trombosis venosa y luego al compromiso de la irrigación arterial. En el borde
antimesentérico del apéndice, que es el área de menor irrigación, se producen
infartos elipsoidales (apendicitis gangrenosa).
Finalmente, la secreción permanente de las porciones viables de la
mucosa apendicular produce un aumento mayor de la presión intraluminal, lo cual
provoca la perforación de las zonas infartadas (apendicitis
perforativa). En esta etapa, el contenido apendicular e intestinal pasa
libremente a la cavidad abdominal. (1)
Diagrama de Flujo de la fisiopatología de la
Apendicitis (5)
Diagnóstico.
Aún hoy, el diagnóstico de la apendicitis
aguda se basa principalmente en el examen clínico. Los signos y síntomas
típicos de apendicitis aguda están presentes aproximadamente en el 70% de los
pacientes. (1). Sin embargo, el cuadro clínico de la
apendicitis aguda se ha modificado significativamente en los últimos años, al
cambiar los eventos que se suscitaban de forma ordenada y característica. El
retraso del diagnóstico oportuno de la apendicitis aguda, y consecuentemente su
tratamiento adecuado, juegan un papel definitivo en el desarrollo de
complicaciones e incluso en el riesgo de muerte de los pacientes. (6)
Presentación clínica.
Los síntomas más frecuentes:
- Dolor abdominal continuo (tipo cólico,
migratorio se conoce como Cronología de Murphy).
- Náusea, vómito (Las náuseas están
presentes en 9 de cada 10 enfermos y los vómitos ocurren en el 60% de los
casos.)
- Lengua saburral
- Aumento 1°c temperatura corporal.
- Constipación vs diarrea.
Diagnósticos paraclínicos.
Laboratorio.
El hemograma con recuento diferencial
muestra una leve leucocitosis (10.000–18.000/mm) con derivación a la
izquierda de su fórmula, en pacientes con apendicitis aguda no
complicada. (1, 7). Los conteos de glóbulos blancos mayores de
18.000/mm aumentan la posibilidad de una apendicitis perforada.(7).
Este tipo de examen es muy sensible, pero está limitado por su baja
especificidad, ya que se presenta en otras patologías con dolor en la fosa
iliaca derecha.
Radiografía.
La radiografía de abdomen debe ser tomada
en casos de abdomen agudo y, aunque no son relevantes para el diagnóstico
de apendicitis, son útiles para descartar otras
patologías. Ocasionalmente, el radiólogo experimentado puede notar un
fecalito radiopaco en la fosa ilíaca derecha, sugestivo de una apendicitis;
nivel líquido o dilatación del íleon terminal, ciego o colon ascendente;
deformidad, edema u obliteración del ciego; y gas en el retroperitoneo o
libre intraabdominal.(1,7)
Ecografía.
Este método puede confirmar o excluir el
diagnóstico de apendicitis, e identificar sus complicaciones evolutivas con
cifras de sensibilidad y especificidad aceptables. (1)
Es de utilidad cuando el músculo psoas y los
vasos iliacos externos son perfectamente identificados. El apéndice aparece
como una estructura intestinal en saco ciego. En el plano transversal la
submucosa se identifica como un anillo ecogénico, rodeado de una capa externa
hipoecogénica que representa la túnica muscular. (1)
Es necesario buscar la presencia de fecalitos
y colecciones periapendiculares, además, de confirmar la integridad de la línea
ecogénica de la submucosa.
El criterio diagnóstico más importante, es la
demostración de un apéndice no compresible, de más de 7 mm en el diámetro
anteroposterior. También, el estudio es positivo cuando existe un
fecalito. (1)
La sensibilidad actual de la ecografía es del
84 al 96% y la especificidad del 94 al 98%. Entre las desventajas de la
ecografía, se incluye el hecho de que en un porcentajes variable de
pacientes el estudio es técnicamente insatisfactorio, pacientes obesos o
distendidos.
Tomografía Axial Computarizada.
Una TAC correctamente realizada tiene
sensibilidad por encima del 95%. Lo que se busca en una TAC es la falta de
contraste en el apéndice y signos de engrosamiento de la pared del apéndice,
normalmente mayor a 6mm en un corte transversal (6); y signos
inflamatorios periapendiculares. (1)
La TAC es muy exacta para detectar
complicaciones de la apendicitis aguda, como flemón o absceso periapendicular,
obstrucción intestinal, absceso hepático o trombosis mesentérica. (1)
Laparoscopía.
Tiene la ventaja de que visualiza
directamente el apéndice. El criterio diagnóstico es un apéndice inflamado o
presencia de signos de inflamación en fosa ilíaca derecha sin patología
abdominal concomitante. Sus desventajas son, la necesidad de anestesia general,
invasividad y posibles complicaciones. (1)
Son contraindicaciones relativas para este
procedimiento, incisiones previas, la obesidad y la distensión abdominal. Su
sensibilidad oscila entre 70 y 100% con una especificidad de 73 a 95%. (1)
Diagnóstico diferencial.
Todas las patologías que cursan con dolor
abdominal pueden confundirse con la apendicitis aguda. En algunos casos solo se
puede establecer el diagnóstico definitivo, mediante los hallazgos
intraoperatorios y la anatomía patológica.
Enfermedades más comunes en el diagnóstico
diferencial de la apendicitis aguda (1)
|
|
Apéndice
Tumores
Mucocele
Colon
Cáncer
Diverticulitis
Enfermedad
de Crohn
Obstrucción
intestinal
Tiflitis
Aparato
biliar
Colecistitis
Intestino
Delgado
Adenitis
Ulcera
duodenal aguda
Ulcera
duodenal perforada
Gastroenteritis
Obstrucción
intestinal
Tuberculosis
Invaginación
intestinal
Enfermedad
de Crohn
|
Tracto
urinario
Cólico
renal
Pielonefritis
Útero-Ovario
Enfermedad
inflamatoria pélvica
Embarazo
ectópico
Ruptura
de quiste ovárico, folículo o cuerpo lúteo.
Salpingitis
Abscesos
tuboováricos
Otros
Epididimitis
aguda
Infección
por CMV
Cetoacidosis
diabética
Pancreatitis
Infección
parasitaria
Neumonía
basal
Pleuritis
Absceso
del psoas
|
Tratamiento.
Antes de iniciar el tratamiento se debe haber
llegado al diagnóstico presuntivo, por lo cual no se deben dar antiálgicos ni
antibióticos previos.
El tratamiento es la apendicectomía, sin
embargo se debe considerar un tratamiento preoperatorio, operatorio y
postoperatorio.
Tratamiento preoperatorio
Todo paciente debe ser evaluado completamente; iniciándose un
tratamiento de hidratación endovenosa que puede durar de 2 a 4 horas.