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miércoles, 18 de julio de 2012

Shock


Es un síndrome clínico caracterizado  fundamentalmente por la hipoperfusión tisular, con reducción de flujo, que si es marcado y sostenido lleva a daño progresivo, con pérdida de la integridad y lisis celular, al ser afectada sus necesidades metabólicas por  hipoxia e isquemia.
 Generalmente es el resultado de diferentes procesos patológicos, relacionados muchas veces a emergencias diversas, que pueden causar insuficiencia cardiovascular aguda y deterioro multiorgánico, que compromete la vida del paciente si no se impone un tratamiento oportuno y adecuado del propio síndrome y su causa etiológica.



Clínicamente la falla circulatoria se caracteriza por varios signos según la causa desencadenante, pero termina en hipotensión la cual está definida como una presión arterial sistólica menor de 90 mm Hg o una reducción entre el 30% y el 40% de los valores previos que el paciente maneja, así mismo un llenado capilar lento mayor de 2 a 3 segundos. El paciente puede presentar además alteración del estado mental por hipoperfusión cerebral, oliguria con diuresis menor de 0.5 mL/kg/h y taquicardia definida como frecuencia cardíaca mayor de 90 latidos/minuto.







domingo, 15 de julio de 2012

Manejo de líquidos en el Paciente quirúrgico- Hiponatremia


Es sumamente importante el conocer el metabolismo y las alteraciones de los líquidos y electrolitos tanto en el paciente normal como en el paciente quirúrgico.
Para la adecuada administración de líquidos en el paciente, es necesario conocer la composición de las soluciones endovenosas disponibles, además de las secreciones corporales normales, porque de acuerdo con las pérdidas presentadas por el paciente, esto puede influir en el tipo de líquido endovenoso a utilizar. Por eso les dejo unas diapositivas en formato de imagen para que puedan apreciar el desarrollo del tea.






Referencias:

sábado, 14 de julio de 2012

Trauma Hepático


Aquí les dejo otro tema importante!!!

El hígado se encuentra parcialmente protegido de los traumatismos externos por las últimas costillas del tórax; sin embargo es el órgano más grande del abdomen, lo que le hace especialmente vulnerable a los traumatismos compresivos o penetrantes.

Una quinta parte de los traumatismos abdominales cerrados que requieren de laparotomía comprometen el hígado y alrededor del 40% de los traumatismos abdominales abiertos que requieren laparotomía también lo afectan.



                         

Enlaces:

http://www.medigraphic.com/pdfs/cirgen/cg-2011/cg111d.pdf
http://www.medigraphic.com/pdfs/anaradmex/arm-2012/arm121f.pdf
https://docs.google.com/viewer?a=v&pid=sites&srcid=ZGVmYXVsdGRvbWFpbnxmbG9yZXNyaXZlcmFtZnVyZ2VuY2lhc3xneDoxYzBlNGRmMzdkODIyN2Iz
http://cirugiatraumaponiente.files.wordpress.com/2011/09/manejo-del-traumatismo-hepc3a1tico-cuatro-ac3b1os-de-experiencia.pdf



miércoles, 11 de julio de 2012

Colecistectomía



La colecistectomía fue descrita por primera vez en 1882 por Karl August Langenbuch. Los avances tecnológicos hicieron posible incorporar la técnica laparoscópica en el tratamiento de las patologías quirúrgicas abdominales y en particular de la patología vesicular litiásica. Es así como en 1985 Mühe realizó la primera colecistectomía laparoscópica en Alemania. En 1987 Phillipe Mouret practicó la primera colecistectomía por videolaparoscopia y en 1989 Dubois publicó la primera serie de pacientes operados con esta técnica.
La colecistectomía laparoscópica es actualmente el tratamiento de elección para la litiasis vesicular sintomática, es la cirugía de invasión mínima que se realiza con más frecuencia en todo el  mundo.
La colecistectomía laparoscópica en colecistitis aguda constituye un mayor desafío quirúrgico que en la colelitiasis no complicada, porque se presentan mayores dificultades anatómicas, especialmente cuando ya se ha constituido un plastrón vesicular, creándose el riesgo de un mayor número de complicaciones intraoperatorias, de iatrogenia, porcentaje de conversiones y prolongando el tiempo operatorio. También en estos casos es más difícil descartar la concomitancia de una colédocolitiasis y debemos tener presente que el cáncer vesicular, en nuestro medio, se presenta en un alto porcentaje como colecistitis aguda.

Ventajas de la colecistectomía laparoscópica sobre el método abierto en casos de colecistitis aguda

Se puede explorar toda la cavidad abdominal.  Por el método abierto no sólo es más difícil hacerlo sino que esta maniobra podría estar contraindicada por la potencial diseminación de gérmenes.
La liberación de adherencias y la hemostasia son más sencillas de llevarse a cabo por la magnificación de las imágenes.
Es más fácil el lavado de la zona operatoria.
Mejor iluminación del campo operatorio.
Se tiene un mejor acceso visual a lugares que en cirugía abierta resulta difícil, como  por ejemplo la parte posterior e inferior del pedículo, la región subfrénica derecha, etc. Estas ventajas son aún mayores si se utiliza adecuadamente la óptica de 30 grados.
Es menor la posibilidad de infección de la pared, sobre todo si se usa una bolsa  para la extracción vesicular.
Este procedimiento constituye una excelente indicación en obesos y en pacientes de alto riesgo porque permite una mejor ventilación postoperatoria y una precoz deambulación. Se incluye también a pacientes con enfermedad coronaria severa y marcada disfunción cardiaca.
Es el método de elección para pacientes infectados con HIV o con hepatitis B, minimizándose de esta manera el riesgo de contagio.
En gestantes sintomáticos es un método seguro. Sería ventajoso en gestantes con colecistitis aguda, aunque no está demostrada plenamente la inocuidad del CO2 sobre el feto.
En casos de abdomen agudo, cuando la decisión de operar es dudosa, la laparoscopía no sólo tiene valor diagnóstico sino terapéutico si es que se trata de una colecistitis aguda.
Con este procedimiento es remota la posibilidad de dejar cuerpos extraños (gasas) en la cavidad abdominal.
Los costos son menores que los observados en cirugía abierta.

Desventajas

Imposibilidad de aplicar el sentido del tacto fino.
Pérdida de la visión panorámica y tridimensional.
El edema puede producir aumento de la luminosidad, dificultando la visión clara del campo operatorio.
Gran dependencia de la tecnología, sobre todo de la electrónica.
Existen efectos hemodinámicos y ventilatorios inherentes al uso del CO2. Se debe monitorizar adecuadamente el CO2 arterial sobre todo en pacientes con ASA II - III.


Referencias:


Apendicitis aguda - Apendicectomía Laparoscópica

Definición.

La apendicitis aguda es la inflamación aguda del apéndice cecal, cuyo reconocimiento como entidad clínica y anatomopatológica se debe a Reginald Fitz (1886). Hasta entonces, la inflamación localizada en el cuadrante inferior derecho del abdomen era considerada una enfermedad del ciego (tiflitis o peritiflitis). (1) 

Introducción.
La apendicitis aguda es uno de los diagnósticos, si no el más frecuente, el más relevante en cuanto a la conducta terapéutica en el dolor abdominal de urgencia. Dentro del espectro de diagnóstico diferencial de un dolor abdominal, éste presenta características de evolución temporal y alteraciones del examen clínico y de laboratorio que le son característicos. Sin embargo, como ocurre frecuentemente en medicina, no todos los casos se presentan en forma florida y evidente, por lo que pese a los esfuerzos clínicos persiste por una parte un número de cirugías “en blanco”, y por otra, cirugías indicadas en forma tardía. Es así, que la frecuencia de apéndices perforados fluctúa entre el 10 y 40% y el diagnóstico de cirugías en blanco se mantiene en el 10 - 20%. El diagnóstico de apendicitis sigue siendo clínico, y forma parte de los diagnósticos diferenciales de muchas patologías. (2)

Anatomía del apéndice cecal.
El apéndice vermiforme (apéndice vermicular, apéndice cecal o simplemente apéndice) embriológicamente es una continuación del ciego y se origina a partir de su porción posteromedial, aproximadamente a 2,5 cm por debajo de la válvula ileocecal. (1) 
En los adultos, el apéndice mide por término medio unos 10 cm de largo, aunque puede variar entre los 2 y 20 cm. El diámetro del apéndice es normalmente menor de 7 u 8 mm (3).  Las capas del apéndice están constituidas por la mucosa, submucosa y la muscular. La mucosa es una continuación del epitelio colónico, mientras que la capa submucosa contiene abundantes folículos linfoideos. La cantidad de estos  varía según la edad. Los niños menores de 2 años presentan escasa cantidad de folículos, pero a partir de esa edad se incrementa su número  gradualmente, hasta un máximo de 200 folículos entre los 12 y 20 años. Después de los  30 años se produce una reducción significativa a menos de la mitad, y en personas mayores de 60 años hay ausencia de folículos linfoideos. La porción muscular del apéndice comprende una capa interna y otra externa. La capa interna circular es la continuación de la capa muscular del ciego; la capa externa longitudinal está formada por la coalescencia de las tres tenias del colon. Este conocimiento es de utilidad práctica para identificar el apéndice, ya que su origen se encuentra indefectiblemente donde finaliza la tenia anterior del colon. EI mesenterio del apéndice (mesoapéndice) es una continuación de la hoja inferior del mesenterio del intestino delgado y pasa por detrás del íleon terminal. La arteria apendicular, rama de la arteria ileocólica, atraviesa el borde libre del mesoapéndice.
Mientras que la relación de la base del apéndice con la  pared del ciego es constante, la punta puede encontrarse en diferentes localizaciones (retrocecal, pelviana, preileal, retroileal y súbcecal). La posición mas frecuente es la retrocecal (65 %), Y en la mayoría de los casos el apéndice es intraperitoneal. La segunda ubicación en orden de frecuencia es la pelviana (30 %), en donde el apéndice se encuentra en el borde de la pelvis o dentro de esta. En alrededor del 5 % de los casos la punta del apéndice es extraperitoneal y pasa por detrás del colon o del íleon distal. La mal rotación o descenso anómalo del ciego se asocia con localizaciones anormales del apéndice el cual puede estar en cualquier lado entre la fosa ilíaca derecha y el área infraesplenica. (1)
Durante mucho tiempo se le considero al apéndice como un vestigio sin función , pero ahora se reconoce que es un órgano inmunológico , que participa en forma activa en las secreción de IgA, su función es muy importante como órgano linfoide, pero no es esencial y su resección no predispone a una sepsis o compromiso inmunitario, el tejido linfoide aparece en el apéndice unas dos semanas después del nacimiento y este aumenta durante los 10 años siguientes, y después presenta un declive constante de su función, cerca de los 60 años ya no queda tejido linfoide y este apéndice puede llegar a obliterarse completamente. (4)
Variaciones Anatómicas


Epidemiología.

 La apendicitis aguda es una de las causas más comunes de cirugía abdominal urgente. No obstante, dado que no es una enfermedad de denuncia obligatoria, su incidencia exacta aun se desconoce. Se estima que ocurren 1,33 caso de apendicitis aguda cada 1000 habitantes en el hombre y 0,99 caso cada 1000 habitantes en la mujer. La etapa de la vida donde se registra la más alta incidencia es entre los 10 y 20 años, y es poco frecuente en pacientes menores de 2 años y mayores de 60. Es más común en personas de raza blanca y en los que tienen una alimentación con poco contenido de celulosa. En los últimos años, se ha informado una reducción en la tasa de incidencia de apendicitis aguda. La causa de este fenómeno no es bien conocida, pero podría deberse al cambio en la alimentación y al uso masivo de antibióticos. La incorporación cada vez más frecuente de alimentos ricos en fibras, reduciría el riesgo de apendicitis al disminuir la formación de fecalitos. Por otro lado, la utilización indiscriminada de los antibióticos, en enfermedades que cursan con dolor abdominal, permitiría el tratamiento efectivo en algunos pacientes con apendicitis aguda insospechada. (1)

Etiopatogenia.

La obstrucción luminal es el hecho desencadenante universalmente aceptado de la apendicitis aguda. Esta obstrucción puede ser consecuencia de factores luminales, parietales o extraparietales. (1)
Entre las causas luminales se citan los fecalitos, los parásitos, los cuerpos extraños y el bario espeso. La apendicitis aguda secundaria a un fecalito predomina en la población adulta y estaría favorecida por una dieta escasa en fibras y rica en hidratos de carbono. Su formación comienza con el atrapamiento de una fibra vegetal en la luz del apéndice, lo cual estimula la secreción y el depósito de mucus rico en calcio sobre la fibra vegetal. El fecalito puede alcanzar diámetros de hasta 1 cm. La obstrucción luminal por parásitos es el resultado de una infestación intestinal, habitualmente por Enterobius vermicularis o por Ascaris lumbricoides. Si bien la presencia de un cuerpo extraño o de bario espeso dentro de la luz del apéndice es de observación poco frecuente, existen publicaciones que la avalan como factor etiológico en la apendicitis aguda. (1)
Los factores parietales patogénicos de la apendicitis aguda son la hiperplasia de los folículos linfoideos y los tumores del apéndice cecal. La hiperplasia de los folículos linfoideos es el factor más común (60 %) y es más frecuente en personas jóvenes, en quienes, como ya se ha descrito, la cantidad del tejido linfoideo submucoso es mayor. Esta hiperplasia puede ser congénita o secundaria a una enfermedad sistémica (sarampión, mononucleosis, infección viral respiratoria, etc.) o una enterocolitis bacteriana (Salmonella, Shigella, Yersinia, Campylobacter). Aproximadamente en el 1 % de las apendicitis agudas el mecanismo desencadenante son los tumores del ciego o del apendice. (1)
La compresión luminar extrínseca por tumores o metástasis es una causa poco frecuente de apendicitis. Sin embargo, esta etiología debe ser considerada, en especial en pacientes mayores de 60 años. Recientemente se han descripto causas no obstructivas de apendicitis aguda. El ejemplo más claro es la apendicitis en enfermos con síndrome de  inmunodeficiencia adquirida (SIDA). En estos casos la infección oportunista por citomegalovirus (CMV) es muy común y afecta todo el tracto gastrointestinal.
Aproximadamente el 30 % de las apendicitis agudas en pacientes con SIDA son secundarias a esta infección. (1)

Fisiopatología.

Los factores principales que intervienen en el desarrollo de una apendicitis aguda son la hipertensión endoluminal por aumento de la secreción de moco, la falta de elasticidad de las paredes del apéndice y la exaltación de la virulencia de los gérmenes habituales en su luz. (1)
A partir de la obstrucción luminal, la secreción continua de la mucosa del apéndice produce acumulación de mucus en su luz. Esto, junto con la falta de elasticidad de las paredes del apéndice, eleva la presión intraluminal con el consiguiente bloqueo del drenaje linfático. La acumulación de moco y la estasis del contenido apendicular favorecen el desarrollo bacteriano. En esta etapa, el apéndice presenta ulceras mucosas e importante edema parietal (apendicitis congestiva).
Si el proceso continuo, la presión intraluminal alcanza valores suficientes para bloquear el drenaje venoso, lo cual produce mayor edema parietal e isquemia del apéndice. Por otro lado, la invasión bacteriana se expande a través de todas las capas (apendicitis aguda supurativa).
La progresión inflamatoria lleva a la trombosis venosa y luego al compromiso de la irrigación arterial. En el borde antimesentérico del apéndice, que es el área de menor irrigación, se producen infartos elipsoidales (apendicitis gangrenosa).
Finalmente, la secreción permanente de las porciones viables de la mucosa apendicular produce un aumento mayor de la presión intraluminal, lo cual provoca la perforación de las zonas infartadas (apendicitis perforativa). En esta etapa, el contenido apendicular e intestinal pasa libremente a la cavidad abdominal. (1)


Diagrama de Flujo de la fisiopatología de la Apendicitis (5)




Diagnóstico.

Aún hoy, el diagnóstico de la apendicitis aguda se basa principalmente en el examen clínico. Los signos y síntomas típicos de apendicitis aguda están presentes aproximadamente en el 70% de los pacientes. (1). Sin embargo, el cuadro clínico de la apendicitis aguda se ha modificado significativamente en los últimos años, al cambiar los eventos que se suscitaban de forma ordenada y característica. El retraso del diagnóstico oportuno de la apendicitis aguda, y consecuentemente su tratamiento adecuado, juegan un papel definitivo en el desarrollo de complicaciones e incluso en el riesgo de muerte de los pacientes. (6)

Presentación clínica.

Los síntomas más frecuentes:
  • Dolor abdominal continuo (tipo cólico, migratorio se conoce como Cronología de Murphy).
  • Náusea, vómito (Las náuseas están presentes en 9 de cada 10 enfermos y los vómitos ocurren en el 60% de los casos.)
  • Lengua saburral
  • Aumento 1°c temperatura corporal.
  • Constipación vs diarrea.


























Diagnósticos paraclínicos.

Laboratorio.
El hemograma con recuento diferencial muestra una leve leucocitos  (10.000–18.000/mm) con derivación a la izquierda de su fórmula, en pacientes con apendicitis aguda no complicada. (1, 7). Los conteos de glóbulos blancos mayores de 18.000/mm aumentan la posibilidad de una apendicitis perforada.(7). Este tipo de examen es muy sensible, pero está limitado por su baja especificidad, ya que se presenta en otras patologías con dolor en la fosa iliaca derecha.

Radiografía.
La radiografía de abdomen debe ser tomada en casos de abdomen agudo y, aunque no son relevantes para el diagnóstico de apendicitis, son útiles para descartar otras patologías. Ocasionalmente, el radiólogo experimentado puede notar un fecalito radiopaco en la fosa ilíaca derecha, sugestivo de una apendicitis; nivel líquido o dilatación del íleon terminal, ciego o colon ascendente; deformidad, edema u obliteración del ciego; y  gas en el retroperitoneo o libre intraabdominal.(1,7)

Ecografía.
Este método puede confirmar o excluir el diagnóstico de apendicitis, e identificar sus complicaciones evolutivas con cifras de sensibilidad y especificidad aceptables. (1)
Es de utilidad cuando el músculo psoas y los vasos iliacos externos son perfectamente identificados. El apéndice aparece como una estructura intestinal en saco ciego. En el plano transversal la submucosa se identifica como un anillo ecogénico, rodeado de una capa externa hipoecogénica que representa la túnica muscular. (1)
Es necesario buscar la presencia de fecalitos y colecciones periapendiculares, además, de confirmar la integridad de la línea ecogénica de la submucosa.
El criterio diagnóstico más importante, es la demostración de un apéndice no compresible, de más de 7 mm en el diámetro anteroposterior. También, el estudio es positivo cuando existe un fecalito. (1)
La sensibilidad actual de la ecografía es del 84 al 96% y la especificidad del 94 al 98%. Entre las desventajas de la ecografía,  se incluye el hecho de que en un porcentajes variable de pacientes el estudio es técnicamente insatisfactorio, pacientes obesos o distendidos.

Tomografía Axial Computarizada.
Una TAC correctamente realizada tiene sensibilidad por encima del 95%. Lo que se busca en una TAC es la falta de contraste en el apéndice y signos de engrosamiento de la pared del apéndice, normalmente mayor a 6mm en un corte transversal (6); y signos inflamatorios periapendiculares. (1)
La TAC es muy exacta para detectar complicaciones de la apendicitis aguda, como flemón o absceso periapendicular, obstrucción intestinal, absceso hepático o trombosis mesentérica. (1)

Laparoscopía.
Tiene la ventaja de que visualiza directamente el apéndice. El criterio diagnóstico es un apéndice inflamado o presencia de signos de inflamación en fosa ilíaca derecha sin patología abdominal concomitante. Sus desventajas son, la necesidad de anestesia general, invasividad y posibles complicaciones. (1)
Son contraindicaciones relativas para este procedimiento, incisiones previas, la obesidad y la distensión abdominal. Su sensibilidad oscila entre 70 y 100% con una especificidad de 73 a 95%. (1)

Diagnóstico diferencial.
Todas las patologías que cursan con dolor abdominal pueden confundirse con la apendicitis aguda. En algunos casos solo se puede establecer el diagnóstico definitivo, mediante los hallazgos intraoperatorios y la anatomía patológica.

Enfermedades más comunes en el diagnóstico diferencial de la apendicitis aguda (1)
Apéndice
Tumores
Mucocele
Colon
Cáncer
Diverticulitis
Enfermedad de Crohn
Obstrucción intestinal
Tiflitis
Aparato biliar
Colecistitis
Intestino Delgado
Adenitis
Ulcera duodenal aguda
Ulcera duodenal perforada
Gastroenteritis
Obstrucción intestinal
Tuberculosis
Invaginación intestinal
Enfermedad de Crohn
Tracto urinario
Cólico renal
Pielonefritis
Útero-Ovario
Enfermedad inflamatoria pélvica
Embarazo ectópico
Ruptura de quiste ovárico, folículo o cuerpo lúteo.
Salpingitis
Abscesos tuboováricos
Otros
Epididimitis aguda
Infección por CMV
Cetoacidosis diabética
Pancreatitis
Infección parasitaria
Neumonía basal
Pleuritis
Absceso del psoas


Tratamiento.

Antes de iniciar el tratamiento se debe haber llegado al diagnóstico presuntivo, por lo cual no se deben dar antiálgicos ni antibióticos previos.
El tratamiento es la apendicectomía, sin embargo se debe considerar un tratamiento preoperatorio, operatorio y postoperatorio.

Tratamiento preoperatorio
Todo paciente debe ser evaluado completamente; iniciándose un tratamiento de hidratación endovenosa que puede durar de 2 a 4 horas.


Tratamiento operatorio
En la actualidad la resección del apéndice se puede hacer por vía abierta o por vía laparoscópica. Cualquiera sea la vía utilizada los pasos de la apendicectomía son similares y consisten en: 1.- ligadura y sección del meso apéndice que incluye la arteria apendicular; 2.- sección del apéndice e invaginación del muñón apendicular. (1)

a.    Tratamiento operatorio convencional
El objetivo estará centrado en resecar el órgano enfermo y si existe una peritonitis se procederá además a lavar y drenar la cavidad abdominal, la vía de abordaje dependerá del estado del proceso. En los procesos de pocas horas de evolución, bastará una incisión de Mac Burney o una incisión transversa a lo Roque Davis.
Si el proceso tiene varias horas o días de evolución, será necesario abordar con una incisión amplia (Paramediana derecha, transrectal infraumbilical) que permita una buena exéresis, un buen lavado peritoneal y adecuado drenaje.
La extirpación del apéndice puede ser en forma clásica con sección del meso apendicular y su arteria y luego sección del apéndice desde su base previa ligadura de la misma, a su vez el muñón apendicular puede ser dejado libremente o ser invaginado mediante una jareta.
Cuando la apendicitis está complicada se debe dejar drenaje con salida diferente a la herida operatoria.

b.    Tratamiento por vía Laparoscópica.
En la actualidad se emplea la técnica laparoscópica para el tratamiento quirúrgico de las diferentes formas de la apendicitis, aprovechando que dicha técnica ofrece un buen campo operatorio, una excelente iluminación, permite un completo lavado de la cavidad abdominal y un adecuado drenaje, disminuyen la posibilidad de absceso residual. Como las pequeñas incisiones no contactan con el pus ni con la pieza operatoria, no se infectarán, no habrá o serán mínimas las posibilidades de infección de herida operatoria, la pequeñez de las incisiones también minimiza la posibilidad de eventración.

 



            

 TÉCNICA CONVENCIONAL: 






Exposición del apéndice y mesoapéndice mediante pinza atraumática.





Ligadura de la base apendicular con varios (2-3) lazos de sutura reabsorbible lenta.


En casos de plastrón, despegar epiplón y asas de íleon adheridas.

Sección del apéndice entre las ligaduras.
Exteriorización del apéndice 

Complicaciones en la apendicitis aguda.

 1er Día Postoperatorio

       Hemorragia.
        Evisceración por mala técnica.
        Íleo adinámico.

2do ó 3er Día Postoperatorio:

        Dehiscencia del muñón apendicular.
        Atelectasia; Neumonía.
        I.T.U.
        Fístula estercorácea.

4to o 5to Día Postoperatorio

        Infección de la herida operatoria.

7mo Día Postoperatorio:

        Absceso intraabdominal.

10mo Día Postoperatorio:

        Adherencias.

15vo Día o Más:

        Bridas.


En las apendicitis agudas sin perforación en 5% de casos hay complicaciones. En las apendicitis agudas con perforación  las complicaciones se presentan en un 30% de casos.
Habitualmente el curso postoperatorio de una apendicitis aguda sin perforación es de una evolución sin sobresaltos y hay una enorme diferencia con la recuperación tormentosa que acompaña a la extirpación de un apéndice perforado con gangrena y con peritonitis; lo cual resalta la importancia del diagnóstico y tratamiento tempranos.

A.    Infección de la Herida Operatoria
Las infecciones de la herida son causadas por abscesos locales en la Herida operatoria por gérmenes fecales principalmente Bacteroides fragilis, a los que siguen en frecuencia aerobios Gram (-); Klebsiela, Enterobacter, E. coli. Los signos de infección; dolor, tumor, calor y rubor quizás no se encuentren. Los signos iniciales son dolor excesivo y además molesto alrededor de la herida operatoria de infección local. (8)
Si se presentan estos signos deben abrirse de inmediato piel y tejidos subcutáneos.

B.    Abscesos Intraabdominales
Suelen deberse a contaminación de la cavidad con microorganismos que escapan del apéndice gangrenoso o perforado, también pero con menor frecuencia es debido a un derrame transoperatorio.

*El absceso se manifiesta por fiebre en agujas, con fiebre, malestar y anorexia recurrente.
*Los abscesos pélvicos producen diarrea y pueden ser palpados al tacto vaginal o rectal; en algunos casos drena espontáneamente a vagina o recto.
*El absceso subfrénico se puede diagnosticar por signos de derrame al tórax suprayacente e inmovilidad del diafragma afectado.
*El absceso intraabdominal puede requerir laparotomía exploratoria para su diagnóstico.

Todos los abscesos deben ser drenados.

C.    Fístula Cecal o Estercorácea
Puede deberse a:
1. Retención de cuerpo extraño como grasa.
2. Puntos apretados.
3. Ligadura deficiente del muñón apendicular que se deslizó sin haberse invertido.
4. Erosión de la pared del ciego por un dren.
5. Obstrucción del colon por Neoplasia no descubierta.
6. Retención de una porción apendicular.
7. Enteritis Regional.

La mayor parte de Fístulas cierran espontáneamente, todo lo que se requiere es que el trayecto se conserve abierto, hasta que se suspenda el drenaje.
Las fístulas fecales no se cierran espontáneamente, si queda punta de apéndice, cuerpo extraño o si el intestino está obstruido distal a la fístula o si la mucosa del intestino quedó en continuidad con la piel. En estos casos el cierre de la fístula requiere operación.

D.    Piliflebitis o Piema Portal
Es una enfermedad grave caracterizada por ictericia, escalofrío y fiebre elevada. Se debe a septicemia del sistema venoso portal con desarrollo de abscesos hepáticos múltiples.
La piliflebitis acompaña a la apendicitis gangrenosa o perforada y puede aparecer en el pre o postoperatorio. El gérmen más frecuente es el E. Coli. En la actualidad con el uso de los antibióticos en el pre y postoperatorio su presentación es rara.

E.    Íleo Paralítico o Adinámico
En las primeras 24 horas se espera la presencia de un íleo reflejo debido al espasmo producido por la manipulación y cuya resolución es en el postoperatorio inmediato. Sin embargo puede persistir como resultado de una peritonitis generalizada o una apendicitis complicada; su resolución es lenta y el tratamiento de orden médico: Hidratación con reposición de electrolitos, sonda nasogástrica y antibióticos específicos.
Se debe realizar una observación cuidadosa del paciente para detectar una obstrucción mecánica como resultado de adherencias postoperatorias tempranas que sí requerirían tratamiento quirúrgico de emergencia.

F.    Dehiscencia del Muñón Apendicular
Se puede presentar desde el 2o ó 3er día, y puede ser debido a ligadura inadecuada del muñón, o por la administración indebida de un enema evacuante que distiende el intestino y hace que se rompa en el punto más débil, por ello nunca se debe indicar enemas luego de cirugía abdominal. El tratamiento inmediato es laparotomía exploradora y cecostomía con antibióticos específicos.

G.    Hemorragia
Dolor abdominal súbito y shock hipovolémico en cualquier momento de las primeras 72 horas de la apendicectomía puede significar filtración a partir del muñón o el deslizamiento de una ligadura arterial; con frecuencia la hemorragia es gradual y se origina de un vaso del mesoapéndice o de una adherencia seccionada, no advertida en la operación. Se explora la incisión removiendo la masa de sangre coagulada de la cavidad pélvica y parietocólica derecha, ubicándose el sitio de la hemorragia. Se deja un buen drenaje.

H.    Complicaciones Tardías
·   Hernia incisional. A través de la incisión en fosa iliaca derecha con antecedentes de infección prolongada y drenaje grande en el sitio de la hernia.
·    Obstrucción mecánica. Producida por la presencia de bridas intestinales; más frecuentes en las apendicitis complicadas.
·    Infertilidad. Un absceso en fosa iliaca derecha en mujeres puede provocar obstrucción de las trompas hasta en un 31%.

Referencias.
1 Ferraina Pedro, Oría Alejandro. “Cirugía de Michans”. 5ª. Ed., 4ª. Reimpresión – Buenos Aires: El Ateneo, 2002. Apéndice Cecal: 806-815.
2 Merino Roberto, Nei Lu Chun. “Apendicitis Aguda. Nuevos Métodos Diagnósticos a la Luz de la Evidencia”. EB New Diagnosis Tools in Acute Appendicitis. Gastr Latinoam 2004; Vol 15, Nº 2: 106 – 108. http://www.socgastro.cl/imagenes/vol15_2/apendicitisag.pdf
6 Diaz de León Francisco, Santos Ema, Cruz Hipólito, Jimenez Alejandro. “Apendicitis Aguda- ¿Una nueva entidad clínica?”. http://www.ejournal.unam.mx/rfm/no49-6/RFM049000602.pdf
8 David C. Sabiston, Courtney M. Townsend, R. Danie Bauchamp, Sabiston “Tratado de Cirugía”. 17ª Ed., Apéndice: 1381-1399




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